LOS TRABAJADORES AUTÓNOMOS

31.10.2018

Los trabajadores autónomos son el colectivo de profesionales que más está contribuyendo a sacar adelante nuestro país. Una de las lacras a la que se enfrentan diariamente es la morosidad. Un autónomo madruga, se levanta y sale de casa cada día sin saber cuándo llegará; dedica muchas horas a su trabajo. Aún queda un largo recorrido para que la sociedad valore el trabajo de los autónomos. También la Administración Pública se ríe de ellos. Los plazos medios de pago a los autónomos en el sector público se sitúa en 139 días. Eso significa que muchos autónomos tardan cuatro meses y medio en cobrar sus servicios. La Ley y las directivas europeas fijan un plazo de 30 días para que se les pague, pero no lo cumple nadie. No es justo que los autónomos tengan que soportar las trabas con que la Administración Pública los castiga.

La población en general debería valorar más el trabajo de los autónomos, porque son una fuente de creación de riqueza y crecimiento del país. Les cuento unos ejemplos reales. A un señor se le estropeó su coche. Quedó tirado en la carretera esperando auxilio. Llamó a la compañía de seguros y en cuarenta minutos llegó la grúa. Fueron a un taller conocido. Al llegar y descargar el coche, el mecánico preguntó qué le había pasado. El malogrado conductor respondió que no lo sabía. El profesional levantó el capó, hizo sus comprobaciones, abrió la caja de los fusibles, miró y descubrió de inmediato uno fundido, que sustituyó por otro nuevo de inmediato. Trabajo hecho en apenas tres minutos. En la entrada del taller había un letrero con el precio de la mano de obra: "40 euros por hora, o fracción".

El cliente le pidió la cuenta, esperando quizás que el mecánico le respondiera con un "bah..., no es nada". Pero no. La contestación fue muy diferente. Mirando el cartel de los precios, le dijo que le debía pagar 40 euros. El dueño del coche, visiblemente enfadado, pidió una explicación. Su mente no alcanzaba a entender que le cobraran 40 euros por cambiar un simple fusible en menos de cinco minutos. El mecánico le pidió que esperara un poco porque le iba a desglosar la factura, para que la comprendiera mejor. Volvió a su escritorio, cogió una libreta, comenzó a escribir y anotó: 1.- "Fusible nuevo": 0,50 céntimos. 2.- "SABER QUÉ FUSIBLE hay que cambiar": 39,50 euros. Y, encima, le metió el IVA.

Otra persona acudió a un conocido despacho hace unos días diciendo que en una determinada fecha tenía un juicio y necesitaba que un abogado le asistiera. Preguntó cuánto le costaría que lo defendieran. La secretaria calculó los honorarios y le dio las explicaciones oportunas. Al ver los números, el hombre reaccionó malhumorado: "¡tanto dinero por sólo un par de horas de trabajo que durará el juicio...!".... y con otros argumentos de similar profundidad. La secretaria respondió de forma parecida a como hizo el mecánico: "mire, puede Vd. salir a la calle, parar al primero que se encuentre, contarle su problema y pedirle que le ayude. Seguro que lo hace por un precio mucho más módico; o, si lo prefiere, también puede Vd. acercarse al bar de la esquina y solicitar otros presupuestos entre las personas que estén apostadas en la barra; hay mucho parado con ganas de trabajar. No le van a faltar propuestas mejores que la nuestra".

El trabajo de los profesionales autónomos, en general y salvo honrosas excepciones, está poco valorado. Muchas personas quieren todo rápido, gratis y, por supuesto, bien hecho. No puede ser que en una situación como la actual donde la demanda y el consumo están en niveles muy bajos y las entidades financieras tienen prácticamente cortado el crédito a los autónomos, sea este colectivo quien financie al sector público, dando unos servicios que luego tardan más de cuatro meses en cobrar, y que la sociedad en general no valore su trabajo. Apoyar a los autónomos es apoyar el crecimiento y la prosperidad de una nación como España.